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Me gusta, no me gusta, me gusta...


Alguna vez sali a comer con Melissa, quien es tal vez la amiga que más tiempo me ha aguantado, y ella, haciendo honor a su adicción a dibujar y escribir en individuales y servilletas, y aprovecahdo que ese día yo tenía ese sentimiento extraño entre tristeza y frustración por no saber que había creado esa tristeza, fui contándole, casi a la manera de un dictado todas las cosas que me gustan y que no me gustan. Es un ejercicio interesante, pues en una hoja que tengo muy bien guardada, encuentro la respuesta, cada vez que siento algún sentimiento que no se explicar.

Por ejemplo, ultimamente y no se debido a que, me he sentido algo triste e irritable, tanto que siento verguenza cuando veo que cosas insignificantes me logran sacar uno que otro mal genio.

Anoche me rasqué



No se de donde salieron las ganas de rascarme, pero les decía a todos, incluyendo a Margarita: "me quiero rascar"

No quiero ser como ese esposo borracho que llega tarde a la casa y encuentra a la esposa con un sartén en la mano. Sobre todo por la parte del sartén.

Anoche bailé con dos niñas. Las dos eran bonitas, pero no recuerdo como se llamaban, tal vez por efecto del ron con cocacola que tomé. Tal vez no eran bonitas tampoco. No se, solo recuerdo que les hablaba, de cuanto tema se me pasaba por la mente, seguramente repitiendo varias veces lo mismo, como cuando uno esta rascao. Finalmente, cuando ya no sabía de que hablar y era consiente de todas las estupideces que había dicho, cerraba con broche de oro la conversación, el baile y cualquier esperanza de pedir un teléfono o algo por el estilo diciendo: "seguramente tu crees que te estoy cayendo, pero tranquila, no es asi, yo tengo novia y la quiero muchísimo. Quieres ver una foto de ella?"

Si señor, es lo más estúpido que un tipo puede decir cuando está bailando con una niña, y lo hice anoche, cuando estaba rascao.

Gracias a mi situación, y a que de verdad tengo una novia a la que quiero muchísimo, esto no pasa de ser una anécdota medio divertida, pero no quiero volver a tremendo estado de cursilería de borracho en el que vuelva a decir esas cosas.

Bueno, mal que bien pude hacer lo que quería hacer, la pasé bien y me rasqué. Ah!, y no quedé debiendo ninguna botella a nadie.

Fer.

Dulce Compañía


Durante la temporada navideña suelen presentarse ideas y pensamientos en la mente de la mayoría de las personas, acerca de la felicidad que produce la compañía de las personas que queremos.

Muchos hacemos una evaluación de los hechos más importantes que han rodeado nuestras vidas y hasta llegamos a planear y pronosticar los hechos que consideramos serán importantes durante el siguiente año.

En estas últimas semanas he estado pensando bastante en como me cambió la vida mi relación con Margarita y lo feliz que me hace. Se que soy algo irritable y algunas veces malgeniado; peleo por cosas sin importancia y lo peor, profeso la tranquilidad como forma de vida, pero soy el último en aplicarlo.

En general tengo una vida feliz, con problemas normales como los de todas las personas, como por ejemplo las enfermedades de mi mamá, que me preocupan mucho, pero los problemas se enfrentan más fácil con el apoyo de todas las personas que me rodean y me hacen sentir importante.

La primera persona, obviamente, Margarita. A quien quiero muchísimo y quiero seguir acompañando y queriendo indefinidamente. Después, mis amigos, Carlos y Hans, que siempre están ahí, con sus chocheras y su flexibilidad, con sus alegrías y tristezas, y con su inmensa paciencia para lidiar conmigo.

Otro amigo, Juan David, a quien tal vez por capricho o terquedad mía decidí alejar, ha sido la tristeza más grande que he tenido en los últimos meses, pero me he convencido que ha sido una buena decisión para él.

También me acompaña mi familia, a quienes he abandonado considerablemente, aunque trato desde mi silencio estar enterado de todo y saber como está cada uno.

Es así, siento esa dulce compañía de cada una de las personas que me rodean y siento que de todos he recibido muchísimas cosas buenas, por lo que considero justo devolver algo, por lo menos haciéndoles saber que agradezco y reconozco la importancia de su compañía. (por qué no?)

Fernando.